Tanto en la Asamblea General de la ONU en Nueva York como en su primer discurso ante la conferencia Laborista en Liverpool, el primer ministro Keir Starmer puso sobre la mesa su visión sobre la creciente tensión en Medio Oriente y la guerra de Israel en Gaza, que cumple un año desde el 7 de octubre y sobrepasa los 41.000 muertos.
Starmer, abogado de profesión, ha apelado a su conocimiento sobre las convenciones de Derechos Humanos, para llamar, una vez más, a un inmediato cese al fuego entre Israel y Hamás y a la liberación de los rehenes israelíes.
Por la brutalidad de esta guerra, el Reino Unido está teniendo, inevitablemente, una posición más preponderante para exigir soluciones urgentes apegadas al Derecho Internacional.
Y a nivel doméstico, especialmente para tranquilizar a las bases del Laborismo, que le exigen con un tono cada vez más claro y alto, que tome medidas.
Además, descongeló 28 millones de dólares para la agencia de la ONU que trabaja con los Palestinos y no vetará a la Corte Penal Internacional para una eventual captura del premier israelí, Benjamin Netanyahu. Un cambio de tono notable comparado con anteriores administraciones.
Más allá de la controversia causada por las decisiones del Gobierno, el conflicto israelí-palestino ha tenido un impacto directo en la política británica y en sus comunidades, con la elección de cinco diputados independientes “pro Gaza”.
Ese cisma, tras los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre, también es evidente en el aumento de delitos antisemitas en Londres y en el Reino Unido.
“Este impacto era difícil que no se manifestara en el Reino Unido. Primero porque este conflicto de alguna manera empieza y en gran medida se creó por las decisiones que tomó Gran Bretaña cuando abandonó el territorio de Palestina y por la forma en que desde principios de siglo fue prometiendo, a través de la declaración Balfour y otras medidas, a la diáspora judía que iban a poder asentarse en territorio palestino”, explica Mariano Aguirre, analista asociado del Chatham House.
Londres, epicentro de la solidaridad con el pueblo palestino
Además de las multitudinarias marchas en la capital británica, en las que han participado hasta un un millón de personas, se vive un gran movimiento cultural y político para sensibilizar sobre la crisis humanitaria en Gaza y para recaudar fondos.
Uno de estos encuentros es en Bethnal Green, en el este de Londres. The Critical Collective programó la proyección de la película ‘The Teacher’, dirigida por la premiada británica palestina Farah Nabulsi y basada en hechos reales.
Aquí se reunieron artistas, miembros de la comunidad y sobre todo activistas de la causa palestina.
Una de ellas, es Shanedalt Vawda, originaria de Sudáfrica, integrante del colectivo y quien le cuenta a France 24 que ha hecho campaña a favor de los palestinos “casi toda su vida”, aunque más formalmente desde noviembre de 2023.
Si conoces la opresión, te verás reflejado en la gente que está oprimida
Y esto es evidente. Mientras hablamos, lleva una kufiya, el tradicional bordado palestino, en su cabeza, y unos aretes y brazaletes con los colores de la bandera palestina: negro, verde y rojo.
“Soy hija del Apartheid. Si conoces la opresión, te verás reflejado en la gente que está oprimida”, me dice.
“Cuando la masacre de niños y civiles se convierte en algo normal, cuando existe complicidad de los medios occidentales, cuando se ataca a escuelas, hospitales, médicos, profesores y periodistas, ¿cómo puede ser suficiente si todavía les suministramos armas? Al parecer, han recortado el 10% de las armas. ¿Qué efecto tiene eso? ¿Es sólo un gesto simbólico para que no los demanden en virtud del Derecho Internacional? Creo que el Gobierno de Reino Unido es cómplice”, afirma Vawda.
Londres, una de las ciudades más multiculturales del mundo, es hoy por hoy uno de los epicentros de ese movimiento internacional que se hizo más visible desde 2023.
Y es que en esta capital se han realizado 19 marchas multitudinarias desde el 14 de octubre de 2023, para exigir, entre otras, un cese al fuego inmediato que pare la violencia y la crisis humanitaria en los Territorios Palestinos.
En este encuentro cultural, Osamah Osamaqashoo, nacido en Nablus, Cisjordania ocupada, presenta Gaza-Cola, una bebida azucarada en la que empezó a trabajar desde noviembre de 2023.
“Creamos nuestra Gaza-Cola porque queríamos crear un producto que pudiera patrocinar la reconstrucción de un hospital. Decidimos que íbamos a reconstruir el Hospital de la Dignidad en Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza. Queríamos un proyecto en el que pudiéramos comunicar el mensaje y mantener vivo el nombre de Gaza y, al mismo tiempo, utilizar el dinero para hacer algo bueno en Gaza”.

El movimiento propalestino en Reino Unido afirma que Londres es el “epicentro mundial” de las manifestaciones por su duración y consistencia.
Minutos antes de la proyección de la película, Guy Shannon, que dice llevar 22 años apoyando a los palestinos, pregunta a los espectadores si son residentes de Tower Hamlets, en el este de Londres, para que firmen la petición que exigirá a la alcaldía zonal que sus fondos de pensión “no se inviertan en compañías que violen Derechos Humanos en Gaza”.
“Supongo que lo único que podría verse como positivo es detener al 10% de las empresas que envían armas a Israel. Pero eso es una cantidad ínfima. Lo que deberían hacer es un embargo total de armas”, le dice a esta reportera.
El impacto directo en la política británica
El movimiento propalestino en Inglaterra es tan poderoso y tan masivo que no es una sorpresa que este haya traspasado las impenetrables barreras de la política en Westminster.
A excepción de Jeremy Corbyn, dueño de la silla por Islington North, en Londres desde 1983, los otros cuatro diputados (Shockat Adam, Adnan Hussain, Iqbal Mohamed, Ayoub Khan) fueron elegidos por primera vez en las elecciones de julio.
Y es que estos diputados independientes se quedaron con algunas sillas tradicionales laboristas como la de Jonathan Ashworth en Leicester South, hoy en manos del diputado Shockat Adam.
Estos representan regiones del norte y del centro de Inglaterra donde las comunidades musulmanas y árabes se han asentado hace décadas.
“Que puedan lograr medidas como, por ejemplo, que cese el flujo de armas de Gran Bretaña hacia Israel, lo veo más difícil. Pero sin duda es un síntoma de los cambios demográficos, políticos, sociales en la sociedad británica. Una vez más, es algo a lo que el primer ministro tendrá o tendría que hacer más caso a esta nueva realidad”, explica Aguirre.

El primer ministro británico, Keir Starmer, en una rueda de prensa con motivo de la reunión de la Comunidad Política Europea en el Palacio de Blenheim, al noroeste de Londres, el 18 de julio de 2024.
Lo que es, sin duda, un voto castigo al Laborismo por lo que se leen como posiciones ambiguas de Starmer sobre la guerra. Una cuestión que abrió grietas dentro del Laborismo y cortó lazos con el sector de izquierda radical y musulmana, que se llevó consigo los votos para los diputados independientes, que, aunque pocos, se harán sentir.
Silencio y miedo en los barrios judíos de Londres
Es casi la hora del almuerzo. En Hendon, en el norte de Londres, se siente que los minutos corren tranquilamente en un supermercado enorme con todo tipo de víveres Kosher en el que, especialmente, mujeres con niños en coches compran alimentos y dulces.
Las personas con las que logro hablar sonríen amablemente, pero declinan aceptar una entrevista en cámara o en la que tengan que identificarse.
Cuando la cámara está apagada, algunos comparten sus tristezas y miedos.
Un proveedor de este supermercado y otros en Londres, originario de la capital británica, dice que compartir su historia, la de su familia y el impacto en su negocio, “no va a cambiar nada”.
Y es difícil contraargumentar esa razón.
Sin embargo, es la primera vez que siento a la comunidad judía en Londres temerosa de compartir sus historias: los ataques de Hamás el 7 de octubre, en los que fueron asesinadas más de 1.200 personas y tomadas como rehenes 251, los transformó por completo.
En el pasado, he entrevistado a habitantes de Golders Green, también en el norte de Londres, donde caminan judíos ortodoxos y hombres con su kipá, siempre dispuestos a hablar.
Otro hombre ataviado con ropa religiosa me dice que desde los ataques no ha vuelto al centro de Londres, a media hora en metro, simplemente “por temor”.
Y otra persona me dice que un amigo de su hijo de 12 años que viajaba en un bus después de la jornada escolar, fue golpeado en un ojo por ser abiertamente judío “sin que nadie hiciera nada”.
Un efecto tangible entre las comunidades judías en Londres es el aumento de los delitos de antisemitismo.
La Policía de Londres, Scotland Yard reveló que, de los 25.317 delitos de crímenes de odio, cometidos entre agosto de 2023 y agosto de 2024, 2.215 fueron antisemitas. Solo en octubre de 2023, se cometieron 517.
Por su parte, el Community Security Trust, grupo judío de seguridad privada, revela que las cifras se han disparado desde los ataques del 7 de octubre.
Entre enero y junio de 2024, se registraron 1.978 incidentes antisemitas, frente a 964 del primer semestre de 2023.
El director de asuntos públicos del Jewish Leadership Council, Rusell Langer, describe un impacto silencioso en la comunidad, esa constante zozobra por utilizar sus símbolos religiosos.
“Por desgracia, es la realidad para muchos en la comunidad judía. Nos hemos acostumbrado a muchas de estas cosas que resultarán muy extrañas para otras personas, ya sea enviar a nuestros hijos a la escuela con un guardia de seguridad o el hecho de que todas nuestras sinagogas tengan seguridad pagada por el Gobierno de Reino Unido, lo cual es una pena que nuestras escuelas y nuestros lugares de culto exijan eso. Pero, por desgracia, eso es lo que nos defiende”.
Langer pide a las autoridades que esos delitos se investiguen y se tomen medidas para que los efectos de la guerra no impacten a las comunidades judías a miles de kilómetros.