octubre 5, 2024

Ya hace falta que una mujer nos gobierne

Por: Jhon F Mieles Rueda/ El pasado mes de junio el continente americano fue testigo de un hecho histórico, ya que, por primera vez, los Estados Unidos Mexicanos eligieron a Claudia Sheinbaum con el 58% de los votos como la primera mujer presidenta quien llegará al Palacio Nacional para ocupar su despacho.

Ante este hecho, algunos nos imaginamos lo que pasaría si en las próximas elecciones de 2026 como colombianos nos decidimos elegir a una mujer como Presidenta de la República, pues la historia política de este país parece contar siempre con los mismos protagonistas: los hombres.

A pesar de los avances sociales y las luchas de género, aún no hemos tenido la oportunidad de ser gobernados por una mujer en la presidencia, y no porque se trate simplemente de una cuestión de género, sino porque la sociedad colombiana necesita una renovación, una nueva perspectiva, una mirada más inclusiva y empática hacia sus múltiples problemas.

Hay algo en la forma de liderazgo que ejercen las mujeres que podría generar un cambio significativo en el país y esto no se dice por idealizar a las mujeres, sino reconociendo que un enfoque diferente al que hemos tenido históricamente podría ayudarnos a afrontar los desafíos actuales con mayor dinamismo y efectividad.

Desde nuestra independencia, el poder en Colombia ha sido casi exclusivamente masculino. Hemos estado gobernados por hombres de diferentes ideologías y partidos, pero con un patrón similar: liderazgo basado en la autoridad, la competitividad y, en muchos casos, la imposición de decisiones sin consenso.

El liderazgo masculino tiende a ser visto como fuerte y resolutivo, mientras que el liderazgo femenino ha sido históricamente subvalorado. Pero cuando analizamos el panorama global desde una manera neutral, vemos que las mujeres líderes en diferentes países han gestionado con éxito situaciones complejas, a menudo con enfoques más colaborativos y sociales.

Por ejemplo, el manejo de la pandemia de Covid-19 por parte de líderes como Ángela Merkel en Alemania o Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, fue ampliamente elogiado por su enfoque humanitario, inclusivo y eficaz. Ellas demostraron que el liderazgo no se trata de imponer, sino de construir.

Colombia atraviesa actualmente un momento crucial. El acuerdo de paz, a pesar de sus avances, sigue siendo un terreno en disputa. La corrupción, la pobreza y la falta de oportunidades continúan afectando a millones de colombianos. Necesitamos un cambio, pero un cambio real, no uno que siga las viejas fórmulas. Y ahí es donde una mujer presidenta podría marcar la diferencia.

Las mujeres tienden a ser más conscientes de las problemáticas sociales que nos afectan a todos. Esto no quiere decir que los hombres no lo seamos, pero estudios han demostrado que las mujeres en política suelen priorizar temas como la salud, la educación y la igualdad social. En un país como Colombia, donde las brechas de desigualdad son abismales, tener a una presidenta que ponga el bienestar colectivo en el centro de su agenda podría ser el cambio estructural que necesitamos.

No obstante, uno de los principales obstáculos para que una mujer asuma el cargo de presidenta en Colombia son los prejuicios y estereotipos de género que aún persisten. “Las mujeres son más emocionales”, “no pueden tomar decisiones difíciles”, “no están preparadas para manejar crisis”.

Estos son argumentos que, aunque anticuados, siguen resonando en la mente de muchos. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. Las mujeres, en especial las colombianas, han mostrado una capacidad admirable para dirigir hogares, negociar y tomar decisiones complejas.

Debemos ser conscientes de que elegir mujer no significa que todos nuestros problemas desaparezcan de la noche a la mañana. Pero podría abrir un nuevo capítulo en nuestra historia, en el que el liderazgo será más inclusivo, en el que se promoverán políticas más justas y en el que las voces de las mujeres serán más escuchadas en los niveles más altos del poder.

La elección de una mujer como presidenta no sólo tendría un impacto a nivel político, sino también a nivel social y cultural. Este sería un mensaje contundente para las nuevas generaciones de colombianos, quienes entenderían que llegar a los más altos puestos de poder no es un sueño imposible. Esto sería una señal de que, como sociedad, estamos preparados para avanzar hacia una verdadera igualdad de género.

Estamos en un punto de inflexión. Colombia ha demostrado en el pasado su capacidad para cambiar, para adaptarse y evolucionar. Ya es hora de que contemplemos seriamente la posibilidad de tener una mujer en la presidencia. No como un acto simbólico o de justicia, sino porque las mujeres colombianas están más que capacitadas para liderar este país. Es momento de que rompamos los viejos moldes y abramos las puertas a un nuevo tipo de liderazgo.

Ya hace falta que una mujer nos gobierne. Y, quizás, eso sea exactamente lo que necesitamos para sanar, avanzar y construir un país más justo e inclusivo.

*Profesional Agroforestal, escritor y político local.

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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).