El planeta está atento a los pormenores de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Cada movimiento de los candidatos, Kamala Harris y Donald Trump, es seguido al detalle y sus movidas políticas se difunden masivamente incluso más allá de las fronteras estadounidenses. Pero, algo opacada por el furor de la campaña presidencial, se encuentra otra contienda trascendental para el futuro cercano de ese país: las elecciones del Congreso.
El 5 de noviembre también se determinará la nueva composición del Senado (un tercio) y de la Cámara de Representantes (su totalidad). Y en algo coincide con los comicios presidenciales: parece que la carrera está igual —o más— reñida para los bandos republicanos y demócratas.
Los expertos auguran que podría vivirse un escenario inédito en el Congreso, que podría cambiar de bando en ambas cámaras. Algo nunca antes visto en la historia del país.
En este artículo explicamos qué está en juego, cuáles son los escaños que se disputarán en las elecciones, la importancia del Congreso para la política estadounidense y los escenarios que auguran las encuestas y los expertos en el tema.
¿Por qué el Congreso es un pilar fundamental?
Para comenzar a dimensionar la relevancia de estas elecciones, primero es clave entender la relevancia del Congreso en Estados Unidos. Sin duda, es una de las instituciones más poderosas y claves dentro del sistema político de ese país.
Es allí donde se crean y aprueban leyes para todas las esferas de la vida de los estadounidenses a nivel local e incluso a nivel internacional.
El Congreso también es un contrapeso del Poder Ejecutivo en cabeza del presidente.
En Estados Unidos el Congreso está compuesto por dos Cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes, que trabajan de la mano, pero a la vez tienen tareas específicas.
Se encargan, como señala el experto de “cuestiones de presupuesto, de declaración de guerra, de nombramiento de oficiales de alto nivel, de reformas de ley”.
El Senado está compuesto por 100 miembros —específicamente por dos representantes por cada estado—. Allí, el rol del vicepresidente del país es clave porque tiene la facultad de emitir un voto de desempate en caso de que haya un empate de 50-50.
Entre muchas de las facultades del Senado está la confirmación de los nombramientos presidenciales, como jueces de la Corte Suprema, embajadores y miembros del gabinete. Y en términos de política exterior puede ratificar tratados internacionales.
Por su parte, la Cámara de Representantes está compuesta por 435 miembros y cada uno de ellos es elegido por un distrito específico dentro de los estados del país.
En ese sentido, recoge las preocupaciones más locales y específicas de los ciudadanos. Además, entre sus funciones está la creación y votación de proyectos de ley relacionados con el presupuesto federal.
El Senado y la Cámara de Representantes también tienen que ir de la mano para procesos tan preponderantes como el impeachment de un presidente, por ejemplo.
¿Qué se elige el 5 de noviembre?
Ahora bien, el sistema electoral tanto para el Senado como el de la Cámara de Representantes es diferente y esto se verá el 5 de noviembre.
En esa jornada electoral, un tercio del Senado estará en juego, es decir, 34 escaños. Mientras que se deberán renovar todos los escaños de la Cámara de Representantes, los 435 puestos en su totalidad.
¿Por qué es diferente para ambas cámaras? La Constitución de Estados Unidos buscó crear una mayor estabilidad para el Senado y dar cierta continuidad a dicho órgano, evitando cambios bruscos en el equilibrio político.
El mandato de los senadores es de seis años, y las elecciones se dividen en tres grupos que se alternan. Así, cada senador se somete a reelección una vez cada seis años, pero con solo un tercio de los escaños en juego en cada ciclo.
En cambio, los escaños de la Cámara de Representantes se eligen cada dos años en un intento de que haya mayor cercanía con las actuales preocupaciones de los estadounidenses. Esto, a la vez, vuelve a los representantes más vulnerables de perder sus escaños.
¿Cuál es la actual composición del Congreso y qué está en juego?
Teniendo en cuenta el sistema de elección, específicamente para estas elecciones hay mucho en juego. Expertos, encuestas y medios locales auguran que Estados Unidos podría presenciar un escenario inédito: se podrían invertir las mayorías en ambas cámaras.
¿Qué quiere decir esto? En la actualidad, el Senado es controlado —por un pequeño margen— por los demócratas; mientras que la Cámara de Representantes —también por una estrecha diferencia— tiene una mayoría republicana.
Uno de los escenarios tras las elecciones del 5 de noviembre es que la Cámara Alta pase a manos republicanas y la Cámara Baja a manos demócratas.
¿Qué tendría que pasar para que esto ocurra? Los republicanos necesitarían únicamente ganar un escaño —si Trump gana las elecciones, debido al rol de desempate que tendría su vicepresidente— o dos escaños —si la ganadora resultara siendo Harris—. Y mantener el control de los estados en los que ya triunfaron en las anteriores elecciones.
La cuestión es que el mapa electoral pareciera favorecer a los republicanos. Mientras que el bando rojo solo tiene que defender el control de 11 de los estados, el bando azul deberá hacerlo con 23 escaños.
Además, los escaños que defienden los republicanos están en territorios que ellos controlan. Algo que no ocurre para los demócratas, pues sus escaños en juego están en estados republicanos o péndulo (púrpura), es decir, un estado que no tiene una inclinación política clara hacia los demócratas (azul) o los republicanos (rojo).
En la otra orilla, los demócratas solo necesitan ganar cuatro escaños (más de los que tenían control hasta el momento) para quedarse con el control de la Cámara de Representantes.
¿Cuáles son los escaños en disputa que podrían inclinar la balanza?
El gran interrogante es saber cuáles son los escaños a los que toca prestarles especial atención este 5 de noviembre.
Primero, para el caso del Senado las encuestas muestran que uno de los estados con mayores posibilidades es Virginia Occidental. La razón es más bien sencilla: el senador independiente Joe Manchin no se presentará a la reelección. Así, siendo un estado de mayoría republicana, una victoria de ese partido es inminente.
Por otro lado, está Montana. Allí, el senador demócrata Jon Tester está aspirando a un cuarto mandato; pero su contrincante, Tim Sheehy parece tener opciones de inclinar el estado al bando republicano.
En clara disputa también está Ohio —estado en el que Trump ganó en ambas elecciones a las que se presentó—.
Los republicanos casi seguro van a tomar control del Senado. Los demócratas tienen que defender más escaños que los republicanos, y hay varios estados (Virginia Occidental, Montana, Ohio, etc.) que son ‘rojos’ con un demócrata en el Senado actualmente que van a ser difícil de retener”, augura Gumbiner.
Parece haber un consenso en otros estados claves —además de estos tres-: Arizona, Nevada, Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Tal como augura ‘The Washington Post’: “Los demócratas necesitan ganar todos ellos para tener una oportunidad de mantener el Senado”.
No todo está completamente perdido para los demócratas. El partido está apostando por arrebatar estados que actualmente controlan los republicanos.
Aunque parece una tarea difícil, Florida y Texas podrían inclinarse hacia el bando azul. Según WP, el primero podría ser competitivo porque el senador republicano Rick Scott apenas ganó en 2018, y este año se enfrenta a Debbie Mucarsel-Powell, al que su director de carrera describió como “mejor oportunidad de los demócratas para ganar un escaño en el Senado”.
Mientras que en Texas hay un corto margen a favor de los republicanos. El actual senador Ted Cruz ganó en ese estado en 2018 solo por tres puntos porcentuales y parece tenerla más difícil este año contra el representante demócrata Colin Allred.
Por el lado de la Cámara de Representantes, la carrera también es apretada. Las encuestas muestran que algunas de las batallas decisivas en distritos de Nueva York, California y Texas.
Entre ellas, en Nueva York están los distritos 4, 17, 19 y 22 en los que el bando republicano logró llevarse una corta ventaja en 2022 y que muy probablemente podrían ganar los demócratas.
También señala que California tiene otros cinco escaños en manos de republicanos en la Cámara de Representantes que, “según la mayoría de los expertos, están en disputa”.
¿Qué consecuencias tendría este panorama?
Los escenarios son muchos y dependerán de todos los factores sobre la mesa —los resultados de la Cámara de Representantes, del Senado y de la propia elección presidencial—.
En el caso de que Trump sea elegido y los republicanos llegaran a controlar ambas cámaras, por ejemplo, tendría la vía mucho más libre para impulsar su agenda y también para revertir muchas de las políticas de la Administración Biden.
Incluso un triunfo republicano en el Senado podría ser decisivo.
“Si Trump gana, y hay un Congreso completamente republicano, podemos ver un escenario donde él pueda avanzar con muchos de sus planes radicales para reformar el gobierno. Sería un impacto grande (y para muchos muy negativo) para el futuro de los EE. UU”, señala Gubiner.
Pero, si los demócratas logran controlar el Senado o la Cámara de Representantes (más si es por poco margen) podría enfrentar un periodo presidencial bastante confrontacional con el Poder Legislativo.
“Si los demócratas toman control de la Cámara de Representantes, pondrían un freno en las actividades dramáticas de Trump”, asegura el experto.
Para Kamala Harris, la situación también podría llegar a ser delicada. Un Congreso dominado por republicanos significaría que sus políticas serían bloqueadas constantemente, reduciendo su capacidad de avanzar en temas clave por los que ha apostado como el cambio climático, los derechos civiles y la salud reproductiva.
“Un Congreso en control de los republicanos va a significar un estancamiento de todos sus proyectos. Tendrían que gobernar por decreto porque estarían bloqueadas todas sus iniciativas. Incluso sus nombramientos para oficiales de alto nivel, jueces y embajadores tendrían problemas en ser aprobados. Veríamos un Washington sin capacidad de actuar”, asegura Gumbiner.
Mientras, un Senado bajo control demócrata sería esencial para confirmar sus nominaciones a la Corte Suprema u otros cargos judiciales.
Con el panorama actual, con varios escaños demócratas del Senado en juego en estados republicanos, el escenario podría ser más complicado para Harris.
Lo que parece ser claro a día de hoy es que las elecciones serán reñidas y que ninguno de los partidos ganará por una ventaja abrumadora.
“Las mayorías pequeñas son más difíciles de manejar porque unos pocos miembros inconformistas pueden hacer descarrilar la legislación. Basta con observar los desafíos que enfrentaron Chuck Schumer, Kevin McCarthy y Mike Johnson en el Congreso actual”, augura Council Foreign Relations.
Estados Unidos podría verse enfrentado a escenarios inéditos, desde distintos flancos. Quedará por ver cómo compaginan —o no— todos estos panoramas hasta ahora desconocidos.